domingo, 8 de diciembre de 2013

DINOSAURIOS QUE SOBREVIVIERON A LA EXTINCIÓN

El registro fósil revela que una extinción masiva afectó a los dinosaurios hace entre 65 y 66 millones de años. La teoría más aceptada es que no pudieron sobrevivir a los dramáticos cambios climáticos producidos por la caída de un masivo meteorito en lo que hoy es Yucatán, México.
No obstante, existen fósiles de dinosaurios que atraviesan la fatídica frontera de los 66-65 millones de años, llamada el "Límite KT". Los restos hallados en areniscas de Ojo Álamo, cuenca del río San Juan, Nuevo México, EEUU, parecen corresponder al período Paleoceno y no al Cretácico. En total se han encontrado 34 huesos pertenecientes a un hadrosaurio. El hallazgo fue realizado en 2002 por un equipo dirigido por Larry Heaman de la Universidad de Alberta, James Frasset y Robert A. Zielinski.. El análisis de los huesos estuvo a cargo del geocronólogo James Fasset, del US Geological Survey. Los análisis químicos y palinológicos (estudio de esporas y pólen fósil) no dejan lugar a dudas: hubo dinosaurios en lo que hoy es Nuevo México y Colorado que sobrevivieron al menos medio millón de años a la gran extinción. También se descarta la posibilidad de que se trate de restos removidos por el río desde los estratos más bajos: los huesos estarían dispersos. Además difícilmente se podrían haber removido 34 huesos de un individuo como es el caso del hallazgo de Ojo Álamo.
Los huesos de dinosaurio de Ojo Álamo son los primeros hallados en terrenos del Paleoceno. Anteriormente se habían encontrado restos de huevos y dientes en Montana (EEUU) y en Francia.
A pesar de que las conclusiones de Fasset son controvertidas, han reabierto la polémica respecto a que pudieran haber existido bolsas de dinosaurios supervivientes a la extinción del Cretácico. La idea en sí no es nueva. Muchas veces se denunció la posible existencia de fósiles de dinosaurios en el Paleoceno, si bien se terminó atribuyendo tales restos (en su mayoría dientes) a variedades de cocodrilos prehistóricos. Precisamente muchos investigadores empiezan a creer que debieron existir más hallazgos de este tipo que fueron descartados como errores de datación o sospechados de contaminación de estratos más recientes.
Probablemente los dinosaurios que escaparon a la gran extinción no sobrevivieron mucho tiempo más, pero en realidad no es posible sacar conclusiones determinantes. Las especulaciones sobre la existencia de "Mundos Perdidos" donde ciertas especies de dinosaurios sobrevivieron hasta épocas quizá recientes continúan siendo parte de la ficción literaria, pero la puerta queda claramente entreabierta a tal posibilidad.
El hecho de que existan huesos de dinosaurios fechados en 700.000 años más allá del "Límite K-T
o C-T" (Cretácico-Terciario) implica que hubo forma de escapar a la extinción en masa. Hasta ahora los modelos explicativos respecto a lo que sucedió en esa delgada capa geológica de no mucho más que unos cuantos cientos de miles de años (algunos le adjudican un millón de años de duración) que es el Límite K-T no dejan lugar a dudas de que hubo una catástrofe ambiental de inimaginables proporciones que exterminó a cerca del 70% de las especies hasta entonces existentes. El registro fósil se interrumpe abruptamente precisamente allí y luego vuelven a aparecer nuevas especies en los estratos más avanzados del Paleoceno.
Las tres hipótesis en pugna que intentan explicar lo que ocurrió realmente son: la teoría del descenso de nivel de los mares, la teoría impactista y la teoría volcánica . La primera se basa en evidencias geológicas del maastrichtiense sobre un fuerte descenso del nivel de los mares; tal evento habría impactado en la vida marina, especialmente en la que es base de la cadena alimentaria, a la vez que alteró sensiblemente el clima global. De todos modos el registro fósil parece probar que las formas de vida se estaban adaptando a tales procesos geológicos y no que estuvieran produciendo extinciones súbitas y masivas.
La segunda sostiene que la caída de un gran meteorito en Yucatán (México) provocó un efecto invernadero a escala planetaria alterando dramáticamente los ecosistemas. La tercera atribuye tal alteración a una inusual actividad volcánica registrada en el Decán (India). Recientes investigaciones paleoambientales basadas en el estudio de los foraminíferos (Laia Alegret, Ignacio Arenillas y José Antonio Arz, grupo "Extinción y Reconstrucción Medioambiental desde el Cretácico hasta el Cuaternario", Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) perteneciente al Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza) han demostrado que solamente hubo cambios menores y breves relacionados con las erupciones volcánicas de la India unos 500.000 años antes del evento K-T.  En cambio quedó demostrado que los cambios ambientales significativos ocurren después de los 65,5 millones de años, momento del impacto de un meteorito en Chicxulub contra los sedimentos ricos en sulfato de la plataforma del Yucatán. En pocos minutos se habrían liberado a la atmósfera enormes volúmenes de azufre, polvo, hollín, iridio y otras partículas, produciendo un oscurecimiento general y posterior enfriamiento. El cráter de 200 km. descubierto en 1991 evidencia la liberación de una energía capaz de provocar terremotos y tsunamis de magnitud >11 que hicieron colapsar las plataformas continentales.
No obstante existe una cierta resistencia a la hipótesis de la catástrofe meteorítica. Ciertos investigadores han señalado que las mediciones de la antigüedad de las microtectitas depositadas en el cráter anular de Chicxulub es de 300.000 años antes del límite K-T. Eso sugiere que no sería el meteoro de Yucatán el gran responsable de la extinción masiva de fines del Cretácico.
Los defensores del modelo impactista han replicado al respecto que los depósitos de sedimentos con microtectitas fueron en realidad removilizados instantáneamente por el monstruoso impacto del meteorito, cuya energía debió superar un millón de veces la explosión de la más poderosa bomba atómica existente hoy en día.
A pesar de las críticas la teoría dela extinción masiva rápida debido a un evento catastrófico sigue siendo la mejor explicación de lo que ocurrió en realidad. El modelo de extinción gradual en un período de 10 millones de años a fines del Cretácico ha sido puesto seriamente en cuestión por trabajos como el de E. Fastowsky, publicado en 2004 en la revista Geology. Este trabajo demostró que la diversidad de géneros fósiles de dinosaurios alcanzó su máximo en los dos millones de años previos a la extinción masiva. La idea de que los dinosaurios venían declinando desde hacía millones de años carece de sustento evidente.

El artículo, "New Geochronologic and Stratigraphic Evidence Confirms the Paleocene Age of the Dinosaur-Bearing Ojo Alamo Sandstone and Animas Formation in The San Juan Basin, New Mexico and Colorado" by James Fassett, está disponible con fecha 29 de abril en  Palaeontologia Electronica, http://www.palaeo-electronica.org/

Fassett, J, Zielinski, R.A. y Budahn, J.R. Dinosaurs that did not die; evidence for Paleocene dinosaurs in the Ojo Alamo Sandstone, San Juan Basin, Nuevo México. En Catastrophic events and mass extinctions; impacts and beyond. (Eds. Koeberl, C. & K. MacLeod): Special Paper - Geological Society of America 356: 307-336. (2002).

http://www.aragoninvestiga.org/science-publica-que-la-extincion-masiva-de-hace-655-millones-anos-fue-provocada-por-un-asteroide/
http://extincion.unizar.es/index_es.php

Imagen: http://lachachipedia.blogspot.com/2013/05/los-dinosaurios.HTML

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sábado, 7 de diciembre de 2013

LA DRAGA DEL LAGO BANYOLES Y OTROS MONSTRUOS DE ESPAÑA

La ciudad de Bañoles, Banyolas o Bañolas, situada en la comarca de Pla de l'Estany, en la provincia catalana de Girona, tiene un lago. En realidad sus dimensiones son tan modestas (unos 2 km. de longitud, 107 hás. de superficie y una respetable profundidad de 130 metros) que más bien se lo conoce como "L' estany" (el estanque). A pesar de ello es el mayor lago de España. Posee una característica forma de ocho y está rodeado de parques y bosques. De hecho forma parte de un sistema de humedales, arroyos y lagunas de importancia medioambiental, incluido en 2003 en la Lista Ramsar de Zonas Húmedas de Importancia Internacional.
El lago se formó hace 250.000 años como resultado de movimientos tectónicos y cársticos. Se ha demostrado que se alimenta mayoritariamente en forma subterránea de los acuíferos de la zona de Alta Garrotxa, situados al norte y al oeste. El aporte superficial a través de un sistema de arroyos es importante aunque minoritario (representa un 10% del total). El paisaje casi paradisíaco adquiere en otoño y en invierno un aire misterioso al aparecer cubierto de una persistente niebla.Pese a que es una atracción turística muy frecuentada, donde se practica esquí acuático y natación, además de paseos guiados, el lago es teatro de varias leyendas tradicionales. Una de las más conocidas es la que asegura que en sus profundidades se oculta un monstruo al que llaman "Drac" (dragón) o también "Mon-mon".
Una leyenda de las postrimerías del siglo VII cuenta las apariciones de un dragón acuático que comenzó a asolar la región. La bestia estaba cubierta de escamas, una hilera de afiladas púas en el dorso y, aunque tenía alas, no podía volar debido a su descomunal tamaño. Se refugiaba en una caverna a orillas del lago en un sitio que era conocido como "La Draga" (no muy lejos de un poblado llamado Lió). Desde allí atacaba a animales y personas que se acercaban al lago. Se decía que despedía llamas por los ojos y que su aliento venenoso secaba las plantas, contaminaba los estanques y campos y esparcía enfermedades contagiosas. Cuando comenzaron desapariciones nocturnas de personas murallas adentro de la ciudad de Bañolas, los habitantes no dudaron que el monstruo era el responsable. La historia llegó a oídos del mismo Carlomagno que, por ese entonces, se encontraba en guerra con los árabes de España, y decidió enviar soldados a la zona. Se cuenta que todos fueron exterminados por el monstruo cuando intentaron sorprenderlo en su escondite. Debido a la magnitud del desastre Carlomagno en persona decidió enfrentarse al dragón. Algunas crónicas cuentan que el Emperador venció al dragón si bien no pudo matarlo, y otras aseguran que el monstruo fue el vencedor y que Carlomagno estuvo a punto de perder la vida (hasta se cuenta que imploró clemencia a la criatura).
Al continuar las desapariciones de ganado y personas los ciudadanos recurrieron a un monje narbonés, Saint Mer (San Emerio o Emeterio). Éste se limitó a sacar la bestia de su guarida y llevarla a la plaza del pueblo anunciando que se trataba de un animal inofensivo que se alimentaba de hierbas. Al parecer los culpables de las desapariciones eran las tropas de Carlomagno: las personas eran raptadas para enrolarlos en los ejércitos y los ganados eran sacrificados para alimentar a los soldados. Otros relatos aseguran que el monje convirtió al sanguinario monstruo en un ser inofensivo y que después de tamaño milagro fundó el Monasterio de Bañolas. El monstruo regresó a su guarida y desde entonces pasa sumergido en el lago apareciendo de vez en cuando.
La bestia vuelve a aparecer a finales del siglo XIX cuando, según cuenta Sebastián d'Arbó en su libro "Catalunya Misteriosa", sorpresivamente salió del agua para atacar la diligencia que hacía el trayecto entre Olot y Banyoles.
Más recientemente el dragón de Banyoles aparece ligado a dos trágicos naufragios ocurridos en el lago. El primero de ellos fue en la tarde del 26 de mayo de 1913, cuando una lancha turística volcó sin causa aparente. Diez de los doce pasajeros desaparecieron y no se pudo recuperar los cadáveres. Meses después aparecieron algunos pedazos de cuerpos humanos en avanzado estado de descomposición flotando en el agua.
El segundo suceso ocurrió el 8 de octubre de 1998 a las 10:30 de la mañana cuando el barco de recreo L'Oca se hundió pereciendo ahogados 20 de los 141 jubilados franceses que viajaban en el mismo. Si bien el exceso de pasaje parece ser la causa más probable del siniestro no todos los expertos comparten esta presunción. Por esa razón los lugareños volvieron a acordarse del dragón legendario.
Lo cierto es que la leyenda de La Draga del Estanque configura una leyenda clásica de muchos lugares de España.
Por ejemplo en la Fuente de la Malena en Jaén se dice que habitaba un lagarto que atacaba a las personas que se acercaban. Existen varias versiones de esta leyenda que se consideraba como cierta ya que se conservó mucho tiempo la piel del animal en la iglesia de San Ildefonso. En ella se cuenta que un enorme lagarto apareció en el venero (fuente) de la Magdalena (O Malena) de Jaén y comenzó a asolar la región. En algunas historias se dice que un caballero con una armadura de espejos derrotó al monstruo. En otras se asegura que un pastor lo mató haciéndolo tragar una piel de cordero ensangrentada en la que había introducido yesca encendida (esta sería la primera versión escrita, fechada hacia 1623: "Historia de la Antigua y Continuada Nobleza de la Ciudad de Jaén", de Pedro Ordóñez de Ceballos). Otra versión asegura que el justiciero fue un preso condenado a muerte que se ofreció a matar al lagarto a cambio de que se le levantara la pena. Se dice que utilizó panes calientes como cebo y, finalmente, hizo que el animal se tragara un saco de pólvora, haciéndolo reventar frente a la iglesia de San Ildefonso.
La versión del caballero de espejos matando al lagarto de Jaén es similar al relato del dragón del Patriarca, ocurrido en Valencia. Allí existía un monstruo en un brazo del río Turia que atacaba a las personas. Finalmente un judío condenado a muerte se ofreció a matarlo a cambio de que se le perdonara la vida. Lo enfrentó vistiendo una armadura de espejos que deslumbraron al lagarto permitiendo que el hombre lo matara con su lanza.
Una historia sobre un lagarto monstruoso se cuenta que ocurrió en 1824 en Villoslada (La Rioja). El animal había sido criado por un pastor llamado Lino Martínez pero creció y se convirtió en un feroz monstruo. Según la leyenda fue la Virgen en persona la que mató al lagarto en el santuario de Lomos de Orios salvando así al pastor de ser comido por su mascota.
También tuvo cierta fama el lagarto de Calzadilla de los Barros (Badajoz), muerto por un pastor con ayuda del Cristo de la Agonía.
En Redondela (Pontevedra) se cuenta que una "coca", especie de monstruo marino, devoraba doncellas jóvenes y hermosas del pueblo. Finalmente un grupo de veinticuatro muchachos mataron al animal, conmemorando anualmente el pueblo ese suceso con festejos.
Los mitos sobre serpientes, lagartos o dragones de los estanques o lagos enlazan con el pasado céltico y vascuense. La misma leyenda del origen del lago Banyoles tiene una clara relación con relatos similares en Escocia e Irlanda: se dice que antes existía allí una llanura cultivada. Un campesino llamado Morgat recibió un mensaje a través de una voz sobrenatural que lo obligaba a abandonar el lugar: lo hizo a último momento para ver como surgían manantiales de la tierra inundando todo el lugar y dando origen al lago.
También se puede relacionar la leyenda del drac de Banyoles con el mito asturiano, cántabro y gallego del "cuélebre" (también llamado culebre o serpe). Esta criatura es descripta como un dragón con alas de murciélago. Al igual que sus parientes mitológicos del resto de Europa medieval el culebre protege un tesoro y vive en cuevas, bosques o a orillas de fuentes de agua. Puede vivir siglos y sus poderes se acrecientan en la noche de San Bartolomé a la vez que menguan en la noche de San Juan. Se dice que provocan tormentas, epidemias y otras calamidades. También devoran personas y ganado, utilizándose el artilugio de ofrecerle doncellas vírgenes como tributo para apaciguarlo. En el paisaje asturiano existen muchos sitios conocidos como "cueves del cuélebre". La creencia en tales criaturas llevó a que en Felechosa (Aller, Asturias) se realizara en 1965 lo que trascendió como la última batida oficial de la Guardia Civil contra un cuélebre que muchos lugareños dijeron haber avistado. También se dice que habita aún uno de estos seres en los acantilados de San Vicente de la Barquera, en Cantabria.
En Badajoz y en la ciudad portuguesa de Chaves se cuentan historias sobre un monstruo llamado "tarasca". Precisamente en la Fuente de los Alunados, en un lugar llamado el Molino de la Tarasca, hallaba refugio un monstruo que asolaba la región en las noches de tormenta. Posiblemente el origen del mito de la tarasca se encuentre en Francia, en la localidad de Tarascón, donde se dice que Santa Marta, hermana de María Magdalena, mató un dragón que aterrorizaba la región. El hecho se conmemora con dos procesiones anuales. Curiosamente la localidad francesa de Rennes-le-Château, ligada a las historias de María Magdalena, era llamada en céltico "aer red" (serpiente corredora").
Finalmente citemos al dragón vasco, llamado Suge (serpiente) o Herensuge, en realidad una especie de demonio que aterrorizaba a las personas. En las leyendas locales se cuenta cómo eran ofrecidas doncellas para calmar el apetito y ansia de destrucción de estos seres. Un conocido relato es el de Teodosio de Goñi, un caballero que acudió a las Sierras de Aralar en Navarra para cumplir penitencia por sus crímenes. Allí se enteró de que un dragón asolaba la región y que los lugareños lo aplacaban entregándole doncellas. El caballero finalmente derrotó a la bestia con ayuda de San Miguel y rescató a la joven que tenía en su guarida. Un relato similar es el del dragón de Arrasate-Mondragón en Guipúzcoa, que tenía aterrorizados a los habitantes del pueblo de Inchaurrondo. Finalmente ellos mismos, cansados de entregar doncellas a la bestia, le tendieron una trampa: le dieron de comer una doncella de cera. Aprovechando que el monstruo se quedó con las fauces pegadas lo ultimaron con un hierro hirviendo.

Imagen: El drac del'estany. Autor: Toni Giménez. Ilustraciones: Cinta Vidal. Baula Edicions 2009.  http://cintapinta.com/pictures/1309879047_pacte.jpg.standard865.jpg
Sobre el lagarto de Jaén: Eslava Galán, Juan. (1980): La leyenda del lagarto de la Malena y los mitos del dragón, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros.

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viernes, 25 de enero de 2013

ANIMALES EXTINTOS QUE NO SE EXTINGUEN (II)

La máxima de que una especie debe ser considerada extinguida cuando su población no sobrepasa los mil ejemplares y no aparece ningún ejemplar durante 50 años, parece no ser tan exacta. En un artículo anterior hemos abordado esta problemática, exponiendo varios ejemplos que contradicen la ley biológica arriba expuesta. En este artículo examinaremos casos de animales extinguidos recientemente con sospecha de sobrevivencia.
El más reciente es el delfín de aleta blanca o Baiji (Lipotes vexillifer), habitante exclusivo del río chino Yangtsé. Se lo considera oficialmente extinto en 2006. En 2007 una expedición internacional (chino-japonesa-estadounidense-suiza) de 30 científicos organizada para localizar ejemplares vivos no pudo encontrar ninguno. La población de estos delfines de agua dulce no superaba los 400 ejemplares en los años '80. Sin embargo en 2007 un testigo de Anhui llamado Zeng Yujiang filmó uno vivo. Las imágenes fueron validadas por el Instituto de Hidrobiología de la Academia de Ciencias China.
En la década del 50 se avistó oficialmente en Australia central al último Canguro Rabipelado Occidental, una variedad de walabi. No obstante se informaron de avistamientos extraoficiales, considerados dudosos, en la década del '60. Por esa razón la IUCN lo mantuvo hasta 1982 como especie amenazada.
El tigre persa o tigre del Caspio, se considera desaparecido en 1970, cuando se abatió al último ejemplar en Uludure, Turquía. Algunos investigadores sospecharon que, por tratarse de un ejemplar jóven, podría indicar la presencia de otros tigres en la región. De hecho esporádicamente se ha informado del avistamiento de tigres en la frontera turca con Irak y Siria. Por esa razón no se lo consideró completamente extinto hasta 1980. Por otro lado una investigación genética reciente, publicada en la revista Plos One, ha revelado que el tigre caspiano es en realidad el mismo tigre siberiano actual.
El macao glauco, una especie de loro de la región chaqueña argentino-paraguaya y sur brasileño, es considerado extinto desde 1938. Sin embargo aún se los buscaba por ornitólogos en el sudeste paraguayo en los años '90.
El bilby menor, un marsupial de Australia central, se considera oficialmente extinto en 1950 (si bien los últimos ejemplares vivos fueron capturados en 1932 en Cooncherie). Sin embargo en 1967 se encontró un cráneo de este ejemplar en un nido de águila de cola cuneiforme.
En 1937 se cazó una hembra del último ejemplar de tigre de Bali. No obstante hubo relatos de avistamientos hasta 1972. Lo sorprendente es que pudiera sobrevivir durante décadas una pequeña cantidad de tigres en una reducida extensión selvática. Pero lo cierto es que ninguno fué capturado y el animal se considera oficialmente extinto desde 1937.
En 1956 se mató oficialmente al último carpintero imperial en Durango (México). Sin embargo muchos ornitólogos no lo consideran extinguido a pesar de no existir evidencias consistentes de su supervivencia en los bosques de la Sierra Madre Occidental.
La foca monje del Caribe no es registrada oficialmente desde 1952. No oficialmente se han reportado avistamientos lo que hizo que se la buscara infructuosamente hasta que, en 2008, se la declaró oficialmente extinta.
El lobo Honshu (Canis lupus hodophilax), variedad de lobo gris japonés, desapareció en 1905, pero los informes de avistamientos no se han interrumpido desde entonces. En las décadas del 40 y 50 el número de avistamientos fué tan significativo (se han recogido unos 70 informes hasta 1994, pero una gran cantidad de los mismos se concentran en esas décadas) que se han realizado búsquedas, incluyendo grabaciones nocturnas, en los años 1987-89 y 1994-95 (ésta última búsqueda tras la convención de Nara de 1994 sobre el lobo Honshu). Hasta ahora no se han obtenido resultados, ni siquiera pese a los rumores sobre la aparición de una piel de lobo en los  50 o de un supuesto cadáver en los 70.
Sobre el leopardo de Zanzíbar ((Panthera pardus adersi), sus estatus es aún inseguro. Algunos lo consideran extinto, pero el Consejo Nacional de Cazadores tanzano tiene registros de leopardos cazados entre 1986 y 1995, y de avistamientos hasta 1996. Debido a esto se realizaron búsquedas en 1996-97 del animal en los bosques de la isla sin resultados satisfactorios.
El loro del paraíso (Psephotus pulcherrimus) se consideraba extinto en Australia en 1902. En 1918 se informó de su reaparición. Se vieron ejemplares hasta 1927, cuando vuelven a desaparecer. Sin embargo en 1990 se informó del avistamiento de 5 aves de esta especie. La mayoría de las organizaciones especializadas lo consideran extinto en fechas recientes: 1994 o 2000.
El león marino japonés (Zalophus japonicus) se considera oficialmente extinto en 1951. Sin embargo hubo informes no confirmados de avistamientos hasta 1974-75. Hasta 1990 no fué considerado definitivamente extinto por algunas organizaciones especializadas. Pero en 2007 se coordinó una búsqueda de posibles supervivientes, sin resultados.
La incertidumbre sobre la desaparición oficial de algunas especies alimenta la esperanza de sospechas de supervivencia, incluso de animales tan inverosímiles como el dodo, el ave elefante, la moa y el alca imperial. El último dodo (Rhapus cucullatus) fué visto, oficialmente, en la isla Mauricio en 1662. Sin embargo hubo informes posteriores de avistamientos al menos hasta 1797. De hecho muchas fuentes no lo consideran extinto al menos hasta 1669 o 1690. Un pariente del dodo, el solitario de Rodriguez (Pezophaps solitaria), corrió similar suerte: extinto hacia 1760, podría estar vivo aun en fechas posteriores. Respecto a la moa de Nueva Zelanda su extinción se supone ocurrió en el siglo XV antes de la llegada de los europeos. Eso a pesar de que hay referencias a las mismas por parte de marineros de James Cook, además de persistentes informes de encuentros y avistamientos que se suceden al menos hasta el siglo XIX. Se trataría de una variedad de moa llamada moa de las Tierras Altas (Megalapterix didinus), de la que se han encontrado plumas en tocados de indígenas en pleno siglo XX. Finalmente el ave elefante de Madagascar (Aepyornis maximus), cuya última referencia data de 1658, es posible que haya sobrevivido hasta inicios del siglo XVIII. Sin embargo hay registros de avistamientos en el siglo XIX, considerados poco seguros, pero que arrojan una duda razonable sobre la fecha exacta de la extinción de la especie. Se especula con que una variedad menor (Aepyornis hildebrandti) pudo haber sobrevivido hasta épocas recientes. Sobre el alca imperial se sabe que los dos últimos ejemplares fueron abatidos en 1844 en la isla de Eldey. Sin embargo hubo algunos reportes posteriores de avistamientos de ejemplares.
Un roedor llamado pika sarda (pika de Cerdeña) fué visto oficialmente en la isla Tavolara en 1774 por última vez. Sin embargo hay quienes opinan que no se extinguió y se la continúa buscando en remotas regiones de Cerdeña.
La vaca marina de Steller es considerada extinguida desde 1768, a pesar de que se la ha reportado viva en años posteriores.
El hipopótamo pigmeo malgache, extinto presuntamente entre los siglos X y XV junto con gran parte de la megafauna malgache, es un persistente habitante de los relatos nativos. Los informes de avistamientos llegan hasta 1976.
El ciervo de Schomburgk, extinto en Tailandia en 1938, no obstante parece haber dado recientes muestras de haber sobrevivido al aparecer restos de cornamentas en herboristerías chinas de Laos en 1991.
La paloma migratoria norteamericana (Ectopistes migratorius) desapareció en forma salvaje hacia 1889 y el último ejemplar (la famosa Martha) murió en cautiverio en 1914. Aunque se cree imposible que haya sobrevivido han habido informes sobre avistamientos recientemente.
La avefía javanesa ((Vanellus macropterus) se extinguió en 1940, pero se la ha visto en fechas posteriores. También la perdiz del Himalaya (Ophrysia superciliosa), extinta a fines del siglo XIX ha sido vista hasta 1988. La huia neozelandesa ((Heteralocha acutirostris), se dice extinta a inicios del siglo XX, pero los informes de avistamientos se suceden hasta fechas recientes. El pato cabecirrosa de la India (Rhodonessa caryophyllacea) desapareció en 1925, aunque es posible que subsista en en norte de Birmania. También el periquito de Carolina (Canuropsis carolinensis), extinto oficialmente en 1920 es aún buscado en los pantanos de Florida.
El pato de Finsch (Chenonetta finschi) de Nueva Zelanda, se consideraba extinto en el siglo XV, al igual que la moa, pero se cazó uno en Opotiki en 1870. El megapodio de Fiji (Megapodius amissus), un ave galliforme, se creyó extinto en los siglos XV o XVI pero al parecer sobrevivió hasta inicios del siglo XX en la isla Viti Levu. El zrapito del Ártico (Numenius borealis) fue visto oficialmente por última vez en 1963, pero se han registrado avistamientos sin confirmar en Nueva Escocoa posteriores a esa fecha. El ostrero negro canario (Haematopus meadewaldoi) se cree extinto en 1940 en Fuerteventura. Pero los rumores de supervivencia hicieron que se lo busque en 1956 y en 1980. Se ha informado de presuntos avistamientos del ave en Tenerife en 1968 y en 1981. El rascón de Hawkins (Diaphorapteryx hawkinsi), un ave de las islas neozelandesas de Chattam, se creía extinto cuando llegaron los polinesios a las islas, pero el zoólogo Lionel W. Rotschild informaba de su existencia en 1895. El rascón barrado (Nesoclopeus poecilopterus) de las islas Fiji se extinguió hacia 1890, pero se informó de un avistamiento en 1973.

Existen animales recientemente extinguidos que continúan siendo buscados por algunos científicos: tigre de Java (extinto en 1979), el antílope bubaal hartebeest (extinto en 1923), la rana australiana Rheobatrachus silus (extinta en 1980), la rana coquí dorada de Puerto Rico (extinta en 1981), el pez Tecopa Cyprinodontidae (extinto en 1981), el pato de las Marianas (extinto en 1981), la rana Jambato negra de Ecuador Hyla lindae (extinta en 1988), el sapo dorado de Costa Rica (extinto en 1989), la cabra Bucardo española (extinta en el 2000), el oso plateado u oso pardo mexicano (extinto en 1964), la gallota auaeritae o lagarto gigante de La Palma (extinta en 2006, aunque aparecieron ejemplares vivos en 2007), el murciélago filipino Acerodon lucifer (extinto en 1996).

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lunes, 21 de enero de 2013

ANIMALES EXTINTOS QUE NO SE EXTINGUEN

Hay una especie de máxima de la biología que dice que una población de menos de 1.000 ejemplares de una especie determinada no puede sobrevivir; debe ser de hecho considerada como técnicamente extinguida. También se dice que si no aparece una evidencia física de su existencia durante 50 años la especie debe ser considerada extinguida. Ahora bien, sucede que en ciertos casos algunas especies extinguidas reaparecen de vez en cuando. Uno de esos casos paradigmáticos es el del tylacino o tigre (o lobo) de Tasmania. Oficialmente extinguido desde 1936, la gran cantidad de testimonios fiables de su existencia posteriores a esa fecha (incluyendo los indicios hallados por la expedición de Eric Guiler y David Fleay en las selvas del noroeste de Tasmania en los ´60) forzaron a que se lo considere una especie amenazada hasta 1985. La UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) considera al tigre marsupial como especie extinguida debido a que cumple el criterio de que si no aparece un nuevo ejemplar durante un lapso de 50 años la especie debe considerarse como tal. En cambio la CITES (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora) lo cataloga como "especie posiblemente extinta". 
El animal ha sido reportado en Tasmania, Australia continental y en Nueva Guinea (en la frontera entre Papúa Nueva Guinea e Irián Jaya). Los investigadores tasmanos independientes Buck y Joan Emburg han recogido 360 avistamientos en Tasmania y 269 en Australia continental (la mayoría en la región de Victoria) desde 1936. El Mistery Animal Research Center of Australia y el Ministerio australiano de Conservación y Gestión de la Tierra registraron 138 y 65 observaciones del animal respectivamente en Australia Occidental en el período 1936-1998. Por otro lado la Australian Rare Fauna Research Association consigna un total de 3.800 avistamientos desde 1936 en el continente australiano. Muchas de las observaciones registradas pertenecen a testigos confiables y calificados. Las evidencias materiales sobre la existencia del tylacino son huellas, fotografías y hasta filmaciones, pero ninguna se considera concluyente. A pesar de que se han ofrecido cuantiosas recompensas para quien aporte una prueba consistente de la existencia del lobo marsupial, no ha habido ninguna hasta la fecha.
Quizá la prudencia de la CITES para no considerar totalmente extinguido al tylacino no se deba sólo a la persistencia de los avistamientos, pese a que no se den pruebas concluyentes. Tal vez hay otra razón, como por ejemplo el caso del petrel cahow. Esta ave de las islas Bermudas se consideraba extinta desde 1630. La numerosa población nativa de cahows estaba amenazada desde la introducción de cerdos en las islas por los españoles en 1850, pero el golpe de gracia lo dio la llegada accidental de las ratas en 1614. Desde 1630 ningún cahow fué visto en Bermudas...hasta 1906. Ese año el naturalista Louis Mowbray se encontró con un ejemplar vivo en una de las islas del archipiélago Castle Harbour. En 1935 se halló una cría muerta y en 1945 las olas arrastraron un ejemplar adulto a una playa de Cooper's Islands. Las evidencias ameritaban la organización de una expedición de búsqueda, la que se realizó bajo el mando de Robert Cushman Murphy, del Museo Americano de Historia Natural, y de Louis S. Mowbray, conservador del Bermuda Government Aquarium (e hijo de Louis Mowbray, el que halló el primer cahow en 1906). El 28 de enero de 1851 la expedición consiguió atrapar un ejemplar vivo del petrel cahow. No hubo tardanza en declarar los islotes de Castle Harbour, y luego el islote Nonsuch, como santuario protegido de la especie redecubierta. Los investigadores lograron censar la población completa luego de diez años de arduo trabajo: eran 18 parejas.  Hubo que hacer un esfuerzo enorme de 35 años para aumentar la población a 52 parejas.
Existen casos de animales que sólo se conocían en el registro fósil y luego son descubiertos vivos en la actualidad. Es el caso del posum o falangero pigmeo de montaña, desubierto en 1966 y de cual sólo quedan dos poblaciones aisladas en peligro de extinción : una en Victoria y otra en Nueva Gales del Sur (Australia). Recientemente una expedición entre 2005 y 2007 descubrió una especie de posum pigmeo (Cercatetus) junto con la de una rata gigante (Mallomys) en la selva de Foja, cuenca del río Mamberano, Papúa Occidental (Indonesia).
En 2009 expediciones de la organización conservacionista estadounidense Conservation International, al mando de Stephen Richards descubrieron unas 200 especies de animales sin catalogar en las selvas de las montañas Nakanai (Papúa Nueva Guinea). Una de esas especies es el murciélago frugívoro de nariz tubular llamado Murciélago Yoda (Nyctimene), que llega a medir 40 cm. de longitud y 150 cm de envergadura. Se trata de una especie en peligro de extinción.

En 2010 se anunció el descubrimiento de una nueva especie de varano gigante: el varanus bitatawa, o monitor gigante de Filipinas. En realidad la historia comienza en 2001, cuando unos cazadores fotografiaron un gran lagarto arborícola de dos metros de largo en la Sierra Madre, isla de Luzón, Filipinas. En 2009 una expedición logró dar con un ejemplar adulto capturado por aborígenes locales.







En 2010 también se descubrió una nueva especie de primate: el mono de cara chata de Birmania (Rhinopitecus Strykeri). En realidad los científicos no hicieron más que confirmar lo que ya sabían los naturales de la región donde vive el animal: que existía un simio llamado "nwoah" en una zona de 270 km cuadrados a orillas del río Maw, estado de Kachin (Birmania nordoriental). Se cree que la población de estos simios oscila entre 270 y 330 ejemplares, por lo que estaría en peligro de extinción. Por otro lado, no se ha podido fotografiar al animal sino hasta 2012, por lo que sólo se tenían identikits hechos digitalmente. Al parecer la labor de fotografiar al nuevo animal no fué tarea sencilla.













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domingo, 20 de enero de 2013

MUNDO PERDIDO EN AUSTRALIA: UN TIRANOSAURIO VIVO EN ARNHEM


Una de las supuestas criaturas míticas más extraordinarias de Australia es el Burrunjor, un oscuro terror que recorre las historias de los pueblos aborígenes de la Tierra de Arnhem. Al menos eso es lo que dice uno de los más controvertidos investigadores de la criptozoología: Rex Gilroy. En efecto, tan sólo un puñado de relatos de aborígenes y de presuntos testigos occidentales, además de moldes de enormes pisadas, constituyen toda la evidencia recogida por el mencionado investigador. Según su reconstrucción de los relatos el monstruo recuerda alguna especie de terópodo prehistórico, incluso un tiranosaurio, cuestión que ha desatado un pequeño terremoto en la comunidad criptozoológica.
De todas las presuntas criaturas míticas con visos de convertirse en seres de carne y hueso, las más elusivas e improbables son las que recuerdan a dinosaurios o dragones. Todo investigador de lo desconocido sueña con encontrar una especie de "Mundo Perdido" donde viva algún dinosaurio sobreviviente de los tiempos cretácicos o jurásicos. Pero lo cierto es que tales mitos continúan siendo precisamente eso, mitos, y nada en concreto ha surgido después de décadas de búsquedas infructuosas. Lo interesante de este fenómeno es que parece existir un recuerdo inconsciente en la mayoría de los pueblos en todos los continentes. Un recuerdo que los hace crear una y otra vez historias sobre gigantescos reptiles que producen terror y fascinación. Quizá se trate de una suerte de recuerdo genético que proviene de nuestro pasado animal, cuando éramos lémures o zarigüeyas escapando de las patas y los dientes de los dinosaurios que dominaban la Tierra. O quizá se describan criaturas que aún viven realmente en remotos lugares del planeta.
Relatos sobre el Burrunjor aparecen en el libro de Rex y Heather Gilroy "Fuera del Tiempo del Sueño. La búsqueda de animales desconocidos de Australasia". Una antigua tradición de las tribus de la zona del lago Alexandrina contaba sobre un cazador llamado Wyungare que intentó lancear a la criatura pero fué muerto por ella. El primero de los relatos recientes data de 1922. Un testigo aseguró haber visto un enorme lagarto bípedo al norte de Cloncurry, que movía la cola de lado a lado al caminar, igual que un cocodrilo. Un nuevo relato se sitúa en 1950. Se narra cómo un grupo de ganaderos siguieron una pista dejada por una bestia enorme en la región de Burketown. El animal habría mutilado varios vacunos. La pista se perdió en un área pantanosa. Dos hombres se internaron en la región y uno de ellos dijo haber avistado un enorme animal de casi 30 pies en la espesa jungla. La búsqueda se dió por concluída de inmediato. Ese mismo año un cazador de búfalos llamado Jack Peckham dijo haber visto huellas de tres dedos de 38 cm., de un gran reptil en Arnhem. En 1957 hubo un nuevo incidente cerca del río Mc Arthur. Unas cincuenta cabezas de ganado entraron en pánico repentinamente en la noche. Un ganadero galopó hacia el río y pudo escuchar un fuerte gruñido y bufido a la vez que veía un enorme animal escabulirse en la jungla. Al amanecer se hallaron restos de vacunos medio devorados.
En 1960 se registra un avistamiento de tres rastros de animales enormes en Alice Springs y Mount Isa. Un nuevo relato es ubicado cronológicamente en 1961. El testigo es llamado Jhonny Mathews, quien asegura haber visto una criatura bípeda de 25 pies de largo (algo más de 7 metros) moviéndose entre los matorrales en Lagoon Creek. Ese mismo año unos cazadores de canguros reportaron haber visto un lagarto bípedo muy oscuro de 8 metros al norte de Mount Isa durante una tormenta de polvo.
En 1970 dos testigos, Jack y Jane Mulholland, dicen ver un monstruo enorme (unos 20 pies), "de piel moteada",  parecido a un tiranosaurio, en Floraville. En 1977 una pareja de aborígenes describen un animal similar de color gris que dicen haber visto en el distrito Normanton comiendose un búfalo.
Luego, en 1978, se cuenta que un policía y dos aborígenes se encontraban buscando a un conductor de autobús llamado Bryan Clark, que se había perdido en la zona desértica de Urapunji, cuando los despertó de noche una suerte de impactos de pisada producidas por el avance de algún enorme animal. El incidente hizo que se abandonara inmediatamente la búsqueda. Por su parte Clark, que consiguió regresar tras tres días de dar vueltas en el desierto, informó que había oído el resoplido y gruñido de un gran animal desconocido. En 1979 pescadores aborígenes descubren grandes huellas de tres dedos al norte de Burketown. En 1980 Max Field encuentra cincuenta huellas en el distrito Kamuna. Tenían la particularidad de que el dedo interior medía 37 cm. y los exteriores 10 centímetros. Ese mismo año un ganadero llamado Charles Waterman dijo haber visto un animal bípedo de 20 metros huyendo con una vaca en sus mandíbulas. Se organizó una partida de 20 hombres con perros para batir la jungla, pero los animales se negaron a ir más allá de un río donde se veían rastros de grandes reptiles. En 1982 se informa del avistamiento de una criatura de color negruzco en Arnhem oriental pero de tamaño similar a un humano, mucho menor de lo habitual en las demás descripciones (quizá se trate de un individuo jóven). Ese año una entrevista hecha a Allan Richie revelaba detalles sobre la criatura que los aborígenes decían que aún vivía en selvas remotas del Norte australiano. El explorador hacía hincapié en el hecho de que los indígenas y los caballos evitaban los sitios donde tradicionalmente se dice vive el Burrunjor.
En 1984 aparecieron huellas en Narooma, Nueva Gales del Sur, atribuídas al Burrunjor, de las que Gilroy hizo moldes de yeso. El último avistamiento documentado dataría de 1985, cuando Greg Askey y su familia avistaron dos seres bípedos de color marrón grisáceo y 20 metros de altura desplazándose en la llanura, desde un automóvil cuando se dirigían a Roper River Mission.
Gilroy ha registrado relatos indígenas sobre las criaturas llamadas Burrunjor y Kooleen y ha concluído que se trata de un mismo ser. El Kooleen es descripto como un humano con cola de reptil y escamas. Los avistamientos y relatos sobre el Kooleen se circunscriben al área de Victoria. Si bien parece ser de menor tamaño, coloración verde, cola más corta y complexión delgada, podría tratarse de un Burrunjor más pequeño según cree Gilroy.
Las tradiciones australianas recogidas por Gilroy mencionan una serie de criaturas similares a dinosaurios que habitaban los territorios del Norte australiano antes de que comenzara la desertificación. Las mismas leyendas aborígenes consideran a esas criaturas como extinguidas debido a la desaparición de sus hábitats, que comenzó hace 40.000 años con la llegada misma del ser humano. Al parecer la multiplicación de los incendios, producto de la acción humana, impactó negativamente en los ecosistemas australianos. El fenómeno está bien documentado geológicamente.
Además del Burrunjor y el Kooleen, animales parecidos a dinosaurios carnívoros bípedos, son descriptas unas criaturas parecidas a saurópodos. Eran llamadas Kulta, Myndie, Wanambi e Ipilya, y se las describía como una serpiente gigante de los pantanos de la región de Victoria, consumidora de vegetales, que además poseía un voluminoso cuerpo sostenido por cuatro gruesas patas. Todas las referencias a estas criaturas son legendarias, pero no dejan de ser interesantes. De las pocas versiones actuales sobre avistamientos de estas criaturas se cita el relato del convicto fugado en 1803 y que convivió 32 años con indígenas Wathaurung en la región de Victoria, William Buckley, el cual afirma haberse topado con un animal extraño en el lago Moodewarri ("Vida y Aventuras de William Buckley", de John Morgan, 1852). Si bien dice que se trataba de un Bunyip, ser que habitaría también en el río de Barwon según Buckley, la descripción es bastante difusa.
Los relatos aborígenes decían, respecto al Kulta, que era enorme, que tenía una cabeza pequeña al final de un largo cuello, que arrastraba la cola puntiaguda detrás de el  y que la tierra temblaba bajo sus pies. Habitante de los pantanos, se cuenta que murió cuando la tierra comenzó a convertirse en desierto.
Sobre el Ipilya, los relatos proceden de las tribus de Groote Eylandt, en el Golfo de Carpentaria. Se lo describe como una gran salamandra que vivía en el pantano Numarika. En la tradición aborígen el Ipilya aparece asociado a los monzones.
El Myndie aparece en las tradiciones de los aborígenes de la zona de Melbourne. Se dice que vivía en la región de Burkerbunnel, a orillas del río Neelcunnun, y se lo describe como un gigantesco ser de largos cuello y cola. Se cuenta que emitía silbidos, que su lengua era bífida como en los lagartos y serpientes y que era capaz de escupir veneno. Este detalle le da al Myndie algunas características típicas de los varanos. Sin embargo se dice que se alimentaba de vegetales.
Fialmente el Wanambi, habitante del Norte australiano, es descripto como una enorme serpiente, a veces con patas, similar a los anteriores. Sin embargo tiene la característica de poseer una especie de crin a lo largo de la espalda, y también es descripto como un ser de colores variados y llamativos.

Otra extraña criatura del folklore australiano muy similar a un dinosaurio es el gauarge. Descripto como un ser semi-acuático se parece a un emú sin plumas, y se le atribuye la creación de torbellinos en las lagunas lo que dificulta la natación en los sitios donde habita. También es capaz de correr a gran velocidad en tierra sobre sus patas traseras. Precisamente también existen relatos de criaturas acuáticas similares al plesiosaurio, parientes del monstruo del Lago Ness. En Yalanji, Queensland Norte, la tribu Kuku Far tiene una tradición, representada en dibujos rupestres, de un animal llamado Yarru o Yarrba, habitante de las lagunas de la región, que llega a atacar seres humanos. Otra tradición similar existe en los aborígenes Dharuk, respecto a una suerte de serpiente gigante de hasta 15 metros (50 pies) llamada Mirreeula, habitante del río Hawkesbury, cerca de Sidney. También se menciona un monstruo que viviría en el lago Galilea de Queensland.
Finalmente mencionaremos al extraordinario ser mitológico australiano llamado Bunyip ("espíritu o demonio"), Tumbata, Kanjapraty,  Kianpraty o Melagi. Esta criatura es descripta de diversas formas muy diferentes. Se dice que habita los pantanos y ríos (aunque también habitaría en el mar), y emite unos extraños alaridos. También se cuenta que ataca cualquier ser viviente, incluso humanos. Algunos relatos dicen que pone huevos. Se le reconoce un tamaño como de un becerro y en muchas descripciones se dice que es gris, tiene un cuello largo, plumas (o escamas) y pelo hirsuto en la cabeza. En algunas tradiciones se dice que su cabeza es como la de un emú, en otras que recuerda la de un perro bulldog, o una foca, o una morsa, o una vaca marina, o un caballo. También se cree que tiene una cola larga y aplanada ( o como de caballo, en ciertos relatos), a veces con aletas. Tiene dientes afilados, y en algunos caso se lo describe con dos colmillos como de morsa). Un relato detallado de 1895 de un presunto testigo de un avistamiento, aporta características interesantes: cabeza como de emú, con proyecciones transversales y dientes de sierra, cuerpo y patas como de cocodrilo, las patas delanteras más largas, con garras. El animal nada en el agua como un sapo, pero en tierra camina sobre las fuertes y cortas patas trasera con la cabeza en alto.
En 1846 se descubrió un cráneo a orillas del río Murrumbidgee en Nueva Gales del Sur, atribuído a un Bunyip. Se lo exhibió en el Museo Australiano de Sidney, y despertó una epidemia de presuntos avistamientos del animal. Varias de ellas fueron publicadas en el Sidney Morning Herald, como la brindada por un testigo llamado George Hobler. Éste dijo haber visto al ser en los pantanos al sur de Gales y lo describió como marrón negruzco, con colmillos grandes, cuello y cola alargados y orejas pronunciadas.
A pesar de que Gilroy incluye al Bunyip dentro de los presuntos posibles dinosaurios australianos vivos, es probable que se trate de alguna otra criatura (posiblemente un marsupial extinto como el Diprotodon o una foca).

La idea de que varias especies de dinosaurios pudieron haber sobrevivido en Australia al menos hasta la llegada del ser humano, es muy sugestiva. Australia parece ser un reservorio natural de especies zoológicas y botánicas muy antiguas, incluso de la Era Secundaria. Pero, a partir de hace unos 40.000 años el continente-isla comenzó a desertificarse debido a una combinación de causas naturales y artificiales. Las artificiales fueron precisamente los incendios y la caza de origen humano. Gran cantidad de especies desaparecieron y su recuerdo persistió en los mitos de los aborígenes.
Muchos autores se niegan a considerar la posibilidad de que dinosaurios hayan sobrevivido en Australia. Para explicar el mito del Burrunjor y sus parientes recurren a animales conocidos: cocodrilos, pitones, canguros, varanos. Otros están dispuestos a admitir que se trate de ejemplares de la considerada extinta Megalania prisca. Este monstruo, una variedad de varano gigante, podía llegar a alcanzar los 6 o 7 metros según algunos científicos, y se supone que se extinguió hace entre 40 y 12.000 años. Pero el hecho de que el Burrunjor sea descripto como bípedo, y el hecho de que deja huellas de tres dedos supone un golpe a la teoría de la Megalania: los varanos dejan huellas de cinco dedos, y además no caminan en dos patas.
Otras especies sugerida es el Dromornis, ave prehistórica de 3 metros de altura, extinta hace cerca de 30.000 años. Por otro lado algunos autores sugieren que el Burrunjor podría ser un canguro carnívoro, posiblemente depredador, el Propeoplus, extinto también hace 30.000 años. Se supone que estos animales podían legar a medir entre 1, 5 y 3 metros de altura. Finalmente se ha sugerido el Palorchestes, un enorme marsupial de hasta 2,5 metros de altura, que, en realidad, recuerda en algunos relatos al ser mitológico llamado Bunyip.
Los más audaces defienden la posibilidad de que Burrunjor sea un dinosaurio terópodo: un allosaurus, un neovenator, un spinosaurus o, incluso, un tiranosaurio. Quizá la afirmación sea temeraria, pero la reconstrucción de Burrunjor se asemeja mucho más a la de un dinosaurio terópodo de alguna de estas especies que a cualquiera de las otras especies sugeridas.

https://www.tumblr.com/search/burrunjor

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